La familia - camino de la Iglesia
Entre los numerosos caminos, la familia es el
primero y el más importante. Es un camino común, aunque particular,
único e irrepetible, como irrepetible es todo hombre; un camino del cual no
puede alejarse el ser humano. En efecto, él viene al mundo en el seno de una
familia, por lo cual puede decirse que debe a ella el hecho mismo de existir
como hombre. Cuando falta la familia, se crea en la persona que viene al mundo
una carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la
vida. La Iglesia, con afectuosa solicitud, está junto a quienes viven
semejantes situaciones, porque conoce bien el papel fundamental que la familia
está llamada a desempeñar. Sabe, además, que normalmente el hombre sale
de la familia para realizar, a su vez, la propia vocación de vida en un nuevo
núcleo familiar.
Jesús nace en una familia.
La familia tiene su origen en el mismo amor con que el Creador abraza al mundo creado, como está expresado «al principio», en el libro del Génesis (1, 1). Jesús ofrece una prueba suprema de ello en el evangelio: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Jn 3, 16). El Hijo unigénito, consustancial al Padre,«Dios de Dios, Luz de Luz», entró en la historia de los hombres a través de una familia: «El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, ...amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado». Por tanto, si Cristo «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre», lo hace empezando por la familia en la que eligió nacer y crecer. San Juan Pablo II.